No necesito tiempo. Necesito atención
01. ¿TE FALTAN HORAS?
Quizás me equivoco pero estoy casi segura de que te faltan horas. De que a veces tienes la sensación de no poder conciliar: tu trabajo, tu proyecto personal, tus niños, tu vida social, tus hobbies… A veces sientes que la vida va demasiado rápido y que quieres hacer muchas cosas. Y es que vivimos acelerados y nos faltan horas.
Me acuerdo mucho de esta frase de mi madre: “Santa María, alarga mi día”.
Y si no te pasa, enhorabuena. Plis, danos tus trucos.
Pero lo más normal es que sí te pase. Y, lo siento mamá, pero el día no se puede alargar. No podemos tener más tiempo. Pero sí concentrar nuestra atención.
02. NO NECESITO TIEMPO. NECESITO ATENCIÓN.
Si estás leyendo esta carta, puede que sepas que en el último año estoy atravesando un período de introspección (una anticipada crisis de los 40) que me ha llevado a reducir mi carga laboral para resetear mi energía y reconducir mi futuro.
¿Cuáles han sido los motivos?
Varios. Pero ya habrá tiempo de diseccionarlos.
De momento empezaré asumiendo que ya estoy aquí y que el pasado pasado está. Mientras escribo estas líneas está a punto de finalizar el primer mes de retiro personal y puedo decir que ya vislumbro a dónde quiero ir.
¿Cuál es mi problema?
Que me obsesiono. Me puede la emoción. Las ganas. Y me siento como una pequeña embarcación saliendo del pantalán dando golpes a todos los barcos mientras escucha a un grupo de paseantes por el puerto riéndose de mí y gritándome para que me deje de aventuras y vuelva a caminar.
Quiero caminar en la dirección a la que quiero ir, pero necesito encontrar la forma de ordenar esas actividades para que no se coman mi día a día y deje también espacio para la improvisación, para cuidarme, para lo que pueda surgir…
Vaya: que deje espacio. Y ya.
03. ¿QUÉ ES LA ATENCIÓN?
[Atender]: verbo intransitivo
Aplicar voluntariamente el entendimiento a un objeto espiritual o sensible. Usado también como transitivo.
O, dicho de otra forma, concentrarnos en una única cosa.
Preguntándome cómo canalizar mi atención en mis proyectos personales, decidí analizarlo desde la tangente contraria.
¿Qué me facilita esa productividad?
Y me di cuenta de que en el trabajo intervienen unos factores externos que ordenan el flujo de acción: las entregas y la dependencia del equipo.
Ambos se anteponen a la línea de trabajo y hacen que, por mucho que me apasione un detalle, concentre mi atención en la presentación del cliente, por ejemplo.
¿Cómo transformo estos dos conceptos en mi proyecto personal?
04. DEL TRABAJO A LA PASIÓN
¿Cuáles serían mis entregas? A veces, caemos en la tentación de organizar la vida con un horario, pero con eso sólo organizamos los huecos del día, es decir, sólo resolvemos el micro. Sin resolver, necesariamente nuestros proyectos a largo plazo. Tenemos también que identificar nuestro ideal de futuro (lo macro) y movernos en esa dirección.
¿Cómo aterrizar el macro? En mi caso, imaginé mi futuro ideal (tardé más de un mes) y lo reduje a hitos realistas: ¿Cuál es la meta a 5 años? ¿Cuál es la meta a 1 año? ¿Cuál es la meta este mes? ¿Cuál es la meta de hoy?
Con esta estrategia, me creé unas metas realistas. Pequeñas. Que miran en la buena dirección, pero que son sostenibles.
¿Y a qué equivaldría la dependencia del equipo? Ésta quizá es más complicada. Y, a mí particularmente, me ha llevado muchos años y me sigue costando. Pero consiste en exponerme. Salirme fuera de mí. Llevo escribiendo más de 10 años. Y he evolucionado más en el último año (desde que publiqué mi blog) que en los 9 anteriores.
No porque escriba mejor.
Si no porque escribo más. Escucho opiniones. Dejo atrás textos antiquísimos y empiezo nuevos. En este tiempo, mi creatividad se ha multiplicado. De cada inspiración (a través del arte, la música, los paseos, la comida, las películas…) me surgen ideas nuevas y nuevas ganas de escribir más. De organizar mejor mi pensamiento. De saber más. De aprender más.
Entiendes a dónde voy…
Con lo que la tabla superior queda así:
En mi caso, crearme metas pequeñas y exponer mi trabajo me está ayudando a tener una rutina más saludable y de mayor satisfacción.
Aún no he encontrado mi equilibrio 100 % pero estoy más cerca. Me encuentro mejor.
¿Te acuerdas del barco y el pantalán?
Aún sigue chocando.
Pero yo, al menos, ya he aprendido a coger el timón.
Me escribes. Si quieres. Te leo.
Carmen