Jugar al pang para construir tu identidad
01. ¿QUÉ ES EL PANG?
Noviembre de 2004. Sábado a media tarde. León, la sala de recreativos Jaito. El día en que me pasé el Pang.
20 años después. Vuelvo a jugar al pang, pero empiezo por la pantalla final ¿Me lo volveré a pasar?
Antes de contarte la historia del día en que me pasé el pang, déjame explicarte la dinámica del juego, por si acaso no pasaste parte de tu adolescencia en una sala de recreativos.
El pang es un juego que consiste en evitar que unas burbujas que aparecen en la parte superior de la pantalla lleguen a impactarte. Cada vez que un disparo impacta contra una burbujas, ésta se divide en dos de menor tamaño y así sucesivamente hasta que alcanzan el tamaño mínimo y consigues desintegrarlas.
02. EL DÍA QUE ME PASÉ EL PANG.
Como era costumbre cada sábado, salí de casa para encontrarme con mis amigos en el café bar Mississpi, cerca de la FEVE, en León. Ya en el café, nos pedimos cada uno un café con leche y baileys y nos lo tomamos comentando los mejores momentos de la noche anterior.
Hasta aquí, un sábado cualquiera.
Salvo que para nada éste era un sábado cualquiera.
Ese día, Guille y yo teníamos un reto.
Ese día, teníamos que pasarnos el pang.
Terminamos el café y la partida y pusimos rumbo a Jaito. Jaito era una de las salas de recreativos de León. La única que tenía nuestra máquina favorita: la máquina de bailar. Diferenciaba esta sala de todas las demás.
En la máquina de bailar, perdías toda la vergüenza.
Perdías, de hecho, la concepción de todo lo que te rodeaba.
Sólo quedaba la pantalla, el asidero posterior y las cinco flechas en el suelo.
El ranking era público y la primera posición la lideraba una pareja que solía bailar la novena sinfonía (nuestra favorita) en el máximo nivel.
Nos quedábamos embobados viéndoles bailar, con sus etnies y sus pantalones bajos, pero ese día no habíamos ido a bailar.
Habíamos ido a jugar y ganar al pang.
Así que reunimos el dinero que habíamos ahorrado, lo cambiamos por monedas y comenzamos.
No recuerdo cuánto nos costó, pero lo logramos.
Nos pasamos el pang.
03. FASES DE NUESTRA IDENTIDAD
El pang es la metáfora perfecta para hablar de la construcción de la identidad (siempre y cuando aceptemos que tendremos que jugar primero al derecho y luego al revés)
Para desarrollar la idea, déjame que sintetice las tres fases de la construcción de la identidad:
Fase I: Construcción
Fase II: De-construcción
Fase III: Re-construcción
04. FASE I: CONSTRUCCIÓN
Cuando nacemos, somos como esa burbuja que aparece en la parte superior de la pantalla. Nuestra herencia genética está intacta.
Pero para sobrevivir necesitamos que nos cuiden, que nos alimenten, que nos den afecto, que nos eduquen, que nos guíen… Necesitamos que tomen decisiones por nosotros.
Y cada una de esas interacciones vitales hacen que esa burbuja inicial se enriquezca y se reproduzca. Surgen, por tanto, otras burbujas más pequeñas y dispersas que vienen a simbolizar nuestras creencias, nuestros valores, nuestros deseos, nuestras habilidades…
05. FASE II: DE-CONSTRUCCIÓN
Estos factores (genéticos y ambientales) conforman nuestra realidad. Y nosotros, seguimos madurando al cobijo de nuestros educadores hasta que un día sentimos el deseo (primero) y la obligación (después) de “matar al padre” - utilizando la terminología Freudiana - y adueñarnos de nuestra realidad > construir nuestra identidad.
Es probable que durante los primeros años, cojamos el timón sin saber a dónde estamos yendo. Sin siquiera hacernos esa pregunta. Pero antes o después llega ese momento en el que te pasas el juego y no sabes muy bien qué hacer.
A este momento unos le llaman vida adulta, a otros crisis de los 40… Sea como sea, no hay otra opción. Nos hemos pasado la partida. Y nos toca volver a jugar. Pero ésta vez, tendremos que hacerlo hacia atrás.
06. FASE III: RE-CONSTRUCCIÓN
Esta es la fase más especial. La fase en la que “auditamos” nuestras burbujas. Las revisamos una a una e identificamos las que tenemos que desechar y las que podremos conservar.
¿Creo verdaderamente en Dios?
¿Cómo quiero vivir?
¿Qué valores son míos y cuáles he heredado sin cuestionar?
Es un proceso difícil, porque como dice el director Wim Wenders sobre el proceso de montaje de las películas, a veces toca quitar lo que te gusta:
Prepárate para eliminar tu toma favorita durante el montaje.
Pero por pesado que pueda ser, es inevitable.
Antes o después, iremos cogiendo cada una de esas burbujas y tomando una decisión. Y con las que se quedan, construiremos nuestra identidad, una burbuja mas sólida que la original, que no se fragmenta al contacto con los demás, pero que tiene cierta flexibilidad porque sabe que necesita seguir cuestionando la realidad.
Una burbuja que es nuestro hogar interior. Un espacio de calma y serenidad, que está deseando que alguien venga a merendar.
Me escribes. Si quieres. Te leo.
Carmen