La casa-patio y tres sueños más
En la primera entrega sobre El arte de vivir (aquí), prometí revisar cómo me había ido con aquellos sueños que proyecté hace algo más de un año.
01. CONSTRUIR UNA CASA PATIO
Como te adelanté, no tengo casa-patio. Al menos, no físicamente. Por ahora, solo vive dentro de mí. Los arquitectos tenemos esa suerte. Te la presento:
Se trata de una vivienda unifamiliar formada por dos volúmenes conectados por un patio. El primer volumen tiene una crujía estrecha, de algo menos de cinco metros. El primer espacio según accedemos a la vivienda es un no-espacio, un área diáfana sin un uso muy concreto. En la planta superior, una habitación con baño-vestidor y una terraza orientada al patio.
A través del patio - lleno de vegetación - se llega al volumen posterior, que es el que hace que esta casa sea verdaderamente especial, pues al tener una crujía mayor, me permite ubicar la cocina-comedor en planta baja, conectada con el patio y la joya de la corona en la primera planta: el estudio. Porque en realidad, este es el verdadero sueño: construir una casa-patio-estudio.
02. SUEÑO 2: DAR CLASE
Enseñar ha sido mi gran revolución. Hacerlo supuso un reto: dar clase en una universidad de diseño, por primer vez, en inglés y mientras mantenía mi elevada carga de trabajo en el estudio requirió una exigencia extra que, gracias a Dios, ha sido largamente recompensada.
Liderar un proyecto propio, con mi visión y mi esfuerzo, es, definitivamente, mi zona de confort.
La adrenalina de enfrentar algo nuevo.
El esfuerzo por sacarlo adelante.
La recompensa de dejarte el corazón.
03. SUEÑO 3: CUIDARME
En los últimos años no he parado de repetir “no tengo energía”. He hecho muchas cosas sin sentirme bien, sin ganas. He tirado de fuerza de voluntad.
Ahora que llevo un tiempo con una actividad menor me doy cuenta de lo alterada que estaba. Por eso, este ideal es el más importante de todos: si uno no está bien, ¿con qué energía puede hacer todo lo demás?
Ahora es completamente al revés. A veces me despierto de madrugada con el deseo de levantarme de la cama. De darle forma a este y otros proyectos. De escribir. De pensar. De leer. Vuelvo a ser yo.
03. SUEÑO 4: ESCRIBIR
Cuando escribí este sueño, acumulaba escritos dispersos en un documento del ordenador. Relatos de mis años en el extranjero. Versos sueltos de amor y de desamor. Breves ensayos con palabras rebuscadas, faltos de lo que cualquier texto debería tener: verdad.
Quería avanzar. Creé una web, una red social y empecé a publicar. Hice todas las cosas mal que se pueden hacer. Aunque por entonces no lo sabía. Imagino, por tanto, que sigo haciendo las cosas mal, aunque no lo sepa. Pero es que como dice mi amigo Chris “hacerlo lo hace”. Y así es. Puedes decidir hacer las cosas y aprender para después hacerlas mejor o, simplemente, no hacerlas. No hay más.
Y aunque sepa que he invertido tiempo en cosas que nunca llegaron a ver la luz. Aunque haya cartas que no me encanten a día de hoy. Aunque me haya dado vergüenza pulsar “publicar” todas y cada una de las veces.
Aún con todo eso, nada es comparable con haber conectado con mis padres y con personas increíbles o con mejorar y agilizar mi escritura. O con haber recortado la distancia entre mi mundo interior y el exterior. La gente me conoce mejor. Y yo os conozco mejor. No hay nada que me haga más ilusión que recibir una contestación a una de mis cartas. Ésta fue la primera:
Echaba de menos tu blog, con esos textos que me hacían pensar, me ayudaban a desconectar y, sobre todo, me permitían conocerte mejor y de una forma más profunda. No sé bien cómo expresarlo, como si pudiera llegar más dentro de ti que cuando hemos estado más cerca (físicamente). Y eso, me gustaba mucho. Es una conexión como individual, no colectiva; de ti a mi (¿me estaré explicando bien?).
Me lo escribió María. María vive en Pamplona. Nos conocimos bien entrada la universidad. Las dos somos pequeñitas, cantamos bien y hablamos rápido, pero ella es más coqueta y femenina. Desde fuera, uno podría pensar que no nos parecemos pero sí lo hacemos en lo esencial.
Es tan gratificante conectar con otras almas. Conectar, de verdad.
¿Sueños para el próximo año? No los necesito. Éste año, estoy despierta.
Me escribes. Si quieres. Te leo.
Carmen